
La fase comercial de la industria del cáñamo en Puerto Rico inició formalmente ayer con la entrega de las primeras licencias de cultivo y manufactura a un grupo de agricultores, que aprovecharán la semilla, flor y fibra de la planta para crear diversos productos y mercadearlos dentro y fuera de la isla.
En total, 72 agricultores integran la primera etapa de comercialización. De ellos, ocho coincidieron ayer en la finca Caribbean Hemp Farms, en este municipio, donde el secretario de Agricultura, Carlos Flores, les dio sus licencias.
Con una extensión de 206 cuerdas, Caribbean Hemp Farms es la finca de cáñamo –en producción– más grande en estos momentos.
“Este tipo de industria trae a Puerto Rico un nuevo enfoque de lo que debe ser la agricultura moderna, que integra ciencia y tecnología, y es autosustentable. Además, pone al gobierno en la función que debe tener: normativa y de reglamentación, no de cargar a ninguna empresa. Esta industria se monta porque tiene el potencial económico de subsistir, y vamos a dejar que crezca y se desarrolle”, dijo Flores.
Aparte de los primeros 72, otros 200 agricultores han mostrado interés en unirse comercialmente a la industria, indicó, por su parte, Irving Rodríguez, director de la Oficina de Licenciamiento e Inspección de Cáñamo (OLIC), de Agricultura. Precisó que, además de manufactura y cultivo, existen otros cuatro tipos de licencias comerciales: investigación, laboratorio, distribución de semillas e importación de productos de consumo de cáñamo.
Según Rodríguez, el inicio de la fase comercial fue posible tras conseguirse, el pasado 14 de julio, la aprobación del Departamento de Agricultura federal (USDA, en inglés). “Estas compañías pasan de fase experimental a comercial, lo que les da menos restricciones y más beneficios. Esta es una industria naciente, pero, a futuro, puede aportar inmensamente al ingreso bruto agrícola”, expresó.
En esa línea, Rodríguez y el presidente de Caribbean Hemp Farms, Luis Garrido, mencionaron que el principal atractivo del cáñamo en la isla es que puede cultivarse hasta cuatro veces en un año, ya que las condiciones del clima son favorables. En contraste, en estados como California y Colorado, considerados dos de los grandes productores a nivel global, solo se cultiva una vez al año (por el frío).
“500 cuerdas de terreno para mí son 2,000 cuerdas de terreno para ellos, pues tienen que cultivar más tierra para poder obtener lo mismo que yo. Eso nos coloca, entonces, en una posición más competitiva frente a otros mercados”, dijo Garrido, quien emplea a 42 personas.
Esa competitividad —abundó Rodríguez— explica por qué, al menos, 42 de los 50 estados de EE.UU. y países como Canadá, China y Rumanía, entre otros, ya le expresaron a Agricultura interés en conseguir terreno para sembrar cáñamo o mudar su manufactura a la isla. “La clientela no es solo Puerto Rico. Al contrario, donde mayor potencial vemos es en la exportación”, acotó.
Según Agricultura, la inversión promedio en una finca de cáñamo es de $8,000 por cuerda. La recuperación puede llegar hasta $25,000 por cuerda, es decir, que los agricultores triplican su inversión.
¿QUÉ SE PUEDE HACER?
Por otro lado, Rodríguez explicó que los agricultores “pueden hacer muchas cosas” con el cáñamo, pero que el USDA divide los productos en tres grupos: semilla, flor y fibra. Hasta ahora, se han identificado unos 30,000 subproductos derivados.
Las semillas, por ejemplo, se usan para la producción de aceites, que son “bien altos” en Omega-3 y proteínas. “Los buscan mucho en el área de nutrición”, dijo.
La flor, por su parte, puede utilizarse para hacer desde pastillas y pinturas hasta aceites y productos comestibles. Rodríguez precisó que, en la flor, hay 136 cannabinoides, y uno de ellos es CBN, que tiene alta demanda en la industria de la belleza porque “evita las arrugas”. El cannabinoide “más famoso” es CBD, al que se le atribuyen efectos calmantes y antiinflamatorios. “Es muy buscado en el área farmacéutica”, indicó.
Entretanto, la fibra es útil para hacer desde textiles y asientos de autos hasta bloques de cemento.
En Caribbean Hemp Farms, Garrido produce conos preenrollados (pre-rolled) de cigarrillos sin nicotina, pinturas, cremas, jugos y café, entre otras cosas. “Todo el proceso se completa en la finca, desde el cultivo hasta la manufactura, y casi todo se va a exportación. Estamos haciendo una cooperativa de varios agrónomos para empezar a sembrar para varios contratos que ya tenemos en China y Corea”, contó.
Rodríguez aclaró, por último, que, aunque están emparentadas, las plantas de cáñamo y cannabis medicinal “son diferentes”, y así se reconoce a nivel federal.
La diferencia principal es que, pese a que la flor de ambas contiene el cannabinoide THC, su concentración en el cáñamo es de apenas 0.3%, mientras que en el cannabis medicinal es de 20%. “En simples palabras, el cáñamo no causa ningún efecto psicoactivo, no arrebata”, dijo.
Al no reconocérsele efectos psicoactivos, el gobierno federal removió la planta de la ley de sustancias controladas. “Es un ‘commodity’ (mercancía)”, sostuvo.
Añadió que ese mismo carácter de “commodity” es el que impide que Agricultura obligue a los agricultores a tomar medidas de seguridad adicionales para proteger sus cultivos de cáñamo. Para efectos de la agencia, el cáñamo se trata igual que el café, tomate, piña o plátanos, entre otros frutos. Es prerrogativa de los agricultores proteger sus fincas con verjas o seguridad privada.
Fuente: https://www.elnuevodia.com
