
Los productores de cáñamo en los Estados Unidos requieren muchas variedades de la planta, como las concebidas para crecer en climas distintos o con ciertos rasgos deseados por los clientes finales, entre otros.
Para satisfacer esas necesidades, los fitomejoradores se esfuerzan constantemente por crear variedades de cáñamo con rasgos especiales, incluida la resistencia a las enfermedades y nuevas combinaciones de cannabinoides.
Esos obtentores pasan años desarrollando nuevas variedades y soportando el tedioso proceso de hibridación, cultivo, prueba, selección, y luego hacerlo una y otra vez.
Luego, deben tratar de salvaguardar la propiedad intelectual que han creado, para asegurarse de que se les pague por estos genes, rasgos y variedades únicos.
Esa parte del trabajo del obtentor se ha vuelto más fácil.
Gracias a la Ley Agrícola de EE. UU. De 2018, los criadores ahora tienen algunas opciones y recursos legales para proteger su genética.